Por: Luis Angel Madrid Berroteran – Diario Portafolio
Se puede ubicar en 1970 el ímpetu y el empeño de gobiernos y expertos por entender y explotar de la mejor manera los beneficios de la propiedad intelectual.
Un colectivo importante de la literatura jurídico-económica –sobre todo Posner & Landes, 2003– señala que la propiedad intelectual tiene dos efectos positivos principales: de un lado, una ventaja estática, que indica que los derechos propietarios –máxime si son objeto de registro– sobre las creaciones intelectuales reducen los costos de transacción ya que identifican de una manera más segura a la tecnología y a sus titulares, promoviendo así un mercado eficiente del conocimiento.
De otro lado, la ventaja dinámica, esto es, las consecuencias de la apropiación de las ganancias derivadas de la creación, que asegura la recuperación de los costos incurridos en la generación de la tecnología existente y la financiación de la innovación futura.
Por su parte y frente al tema, a la universidad le corresponde un doble rol: ser creadora y vocera de nuevo conocimiento que provea el máximo valor, tanto a la sociedad como a la misma universidad.
El presente artículo explora algunos de los problemas y desafíos que trae este último cometido, es decir, la enseñanza de la propiedad intelectual en el ámbito universitario.
Para ello, se sirve de algunos de los resultados de investigación obtenidos en la consultoría adelantada por la Universidad Sergio Arboleda para la Cámara de Comercio de Medellín –Programa Propiedad Intelectual Colombia, PIC– en los meses de junio y julio de 2014, en seis ciudades de Colombia.
Este trabajo de campo, dirigido a indagar el nivel de apropiación de la propiedad intelectual en las instituciones de educación superior en estas ciudades, congregó a un número superior a sesenta universidades y se desarrolló mediante mesas de trabajo y talleres. Espacios en los que se indagó, entre varios asuntos, sobre la existencia de cátedras de propiedad intelectual, tanto en pregrado como en postgrado, encontrándose respuestas dispares que evidenciaron en un número importante de ellas la ausencia de cátedras de esta asignatura.
En otras, la misma se impartía en la carrera de derecho, bien de manera autónoma o como parte de otras asignaturas y, finalmente, en un grupo minoritario, se observó que el nivel de intención era mucho mayor, de manera que la propiedad intelectual se impartía, entre varios, en los programas de artes, arquitectura, diseño y publicidad, biotecnología, ingeniería industrial, ingeniería química, ingeniería sanitaria, administración de empresas e, incluso, ciencia política.
Varios fueron los problemas detectados: el primero, la percepción en cuanto a la importancia y la necesidad de la propiedad intelectual en las distintas facultades, la cual no era correspondiente con la oferta de cursos suficientes, con la disponibilidad de docentes ni con el conocimiento requerido. El segundo, el ofrecimiento de cursos de propiedad intelectual diseñados de manera específica para estudiantes sin formación jurídica que, como se vio antes, serán a futuro los destinatarios naturales de esta disciplina. El tercero es el diseño y preparación de materiales académicos que hagan atractiva y relevante una materia, que puede ser entendida como excesivamente teórica.
Finalmente, pero no menos importante, la propiedad intelectual cada vez más tiende a ocuparse de temas de vanguardia especializados y cambiantes, como patentes sobre materia viva, salud pública, nuevas tecnologías, acceso a recursos genéticos y protección del medioambiente. Ello complica el panorama, en razón a que estos campos exigen un conocimiento altamente especializado y de permanente actualización, no siempre al alcance de países en desarrollo y periféricos como el nuestro.
Quizás no sea aconsejable intentar responder a todas y cada una de las situaciones señaladas; sería más apropiado priorizarlas, dedicando especial atención al ofrecimiento mismo de los cursos de propiedad intelectual. Con este fin, se destaca la oferta académica por parte de las autoridades nacionales de propiedad intelectual, la Superintendencia de Industria y Comercio y la Dirección Nacional de Derecho de Autor, de cursos de propiedad intelectual en la denominada Aula de Propiedad Intelectual (API).
Este es un emprendimiento que se origina en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual que, desde el 2011, ofrece en el país cursos virtuales y gratuitos en la materia, accesibles a todo tipo de público y que podrían ser incorporados en las plataformas informáticas de las universidades colombianas. Tales cursos están orientados a convertir la propiedad intelectual en otra herramienta que promueva la productividad y competitividad nacional y tienen como objetivo inicial involucrar a empresarios y emprendedores.
Sin embargo, nada obsta para que estas herramientas virtuales se conviertan en la primera elección para que las universidades impartan el conocimiento de frontera a los futuros empresarios, de suerte que estos puedan alcanzar las metas de productividad y competitividad a las que les corresponde llegar en la economía abierta y global del siglo XXI.
Fuente: http://www.portafolio.co/portafolio-plus/educacion-propiedad-intelectual