Cerveza, bebidas energizantes, maquinaria agrícola, leche en polvo, aceite de cocina y maquillaje son tan solo algunos de los productos que las redes criminales han incorporado al negocio de la falsificación en los últimos años, un segmento que por tradición ha encabezado la producción ilegal de licores, ropa de reconocidas marcas, libros, películas, discos, medicamentos, dinero y documentos.
Por estos días, la Policía prepara un operativo contra una fábrica clandestina donde adulteran una reconocida bebida energizante. “Los delincuentes elaboran las botellas, las etiquetas y el líquido”, advierte un investigador de la Sijín Bogotá.
En este caso, las primeras indagaciones permitieron establecer que el energizante, que es distribuido en tiendas del sur de la capital y de algunos municipios de Cundinamarca, y por vendedores ambulantes no uniformados, contiene agua, esencias, saborizantes, azúcar y una vitamina granulada. Además, lo venden al mismo precio del líquido original.
Otro producto que apenas en el 2012 entró al radar de los falsificadores colombianos es la cerveza. “Hay dos modalidades: una es traer cervezas baratas a través de China y Venezuela, para reenvasarlas en latas y botellas nacionales. La otra, que es la más alarmante, es la de rendir cervezas originales con agua, y producir la espuma mediante la aplicación de jabones y detergentes”, señala el investigador. Desde entonces se han incautado más de 750 unidades de este producto en la capital, donde se ha detectado esta modalidad de fabricación en la localidad de Ciudad Bolívar y de distribución y consumo en algunas zonas de Rafael Uribe Uribe, Usme, Suba y Bosa.
Según la Asociación Colombiana de Empresas Licoreras (Acil), aproximadamente el 24 por ciento de las bebidas alcohólicas consumidas en Colombia son falsificadas o adulteradas.
Una práctica delictiva que no es tan reciente, pero que puede ser aún más preocupante, tiene que ver con la producción de leche en polvo adulterada, en especial para el consumo de la población infantil.
“Los delincuentes consiguen los tarros de marcas conocidas gracias a algunos recicladores que se los venden. Luego traen leche en polvo barata desde Venezuela y, para obtener una mayor cantidad, la mezclan con azúcar, harina y hasta con cemento blanco”, explica un experto de la Sijín. Varios de los operativos para encontrar este tipo de productos se han desarrollado en el centro de Bogotá y en algunos locales de los sanandresitos, donde se pueden obtener a 30.000 pesos tarros que en el mercado legal pueden costar entre 50.000 y 70.000 pesos.
Algunas de estas fábricas clandestinas utilizan el mismo método para elaborar medicamentos y multivitamínicos. Según el Instituto de Seguridad Farmacéutica, con sede en Estados Unidos, entre el 2008 y el 2012 se descubrieron 415 casos de estos en Colombia, que representaron el 20 por ciento en Latinoamérica y el 4 por ciento en el mundo. Desde el 2013, la Policía bogotana ha decomisado al menos 390.000 fármacos falsos.
Sobre este tema, Alberto Bravo, presidente de Asinfar, que agrupa a 27 empresas encargadas de la producción del 60 por ciento del mercado farmacéutico en el país, señala que un 4 por ciento de los fármacos al alcance del público está en manos de los falsificadores. “Principalmente adulteran medicamentos para tratamientos de alto costo”, advierte.
Otra técnica, sin control sanitario alguno, la utilizan algunas redes para hacer aceite de cocina, vendido posteriormente en tiendas de zonas deprimidas de Bogotá. La Policía sabe que estos delincuentes compran aceite usado en restaurantes para luego filtrar las impurezas en medias veladas. Lo peor es que agregan blanqueadores o químicos que le devuelven al aceite un color similar al original, y luego lo envasan en botellas plásticas que son obtenidas a través de recicladores.
Las consecuencias de consumir productos alterados son varias. Según Carlos Francisco Fernández, asesor médico de EL TIEMPO, el riesgo mayor es el de los efectos tóxicos, que pueden ir desde leves hasta mortales, cuando estos productos vienen contaminados con sustancias, componentes o elementos extraños.
“Se sabe, por ejemplo, que la falsificación de medicamentos puede llevar a la prolongación de enfermedades y a desenlaces mortales, y la adulteración de alimentos, a desarrollar desde irritaciones gastrointestinales hasta intoxicaciones mortales o a la génesis de males crónicos por daños irreparables en órganos como el hígado y los riñones”, afirma Fernández.
Pero no solo se adulteran alimentos. El aceite para automotores también es falsificado con frecuencia. Según la Superintendencia de Industria y Comercio, la Asociación Colombiana de Petróleos (ACP) reporta que el 30 por ciento de los lubricantes vendidos en Colombia son falsificados, es decir, cerca de 12 millones de galones al año. Este tipo de productos deterioran el motor y hacen que el consumo de gasolina sea mayor.
Las autoridades también han descubierto, especialmente en la plaza España de Bogotá, productos de aseo personal y de maquillaje para mujer, estos últimos fabricados con grasas de animales –obtenidas en mataderos–, talcos, colorantes y escarchas. También se han incautado en el centro del país motosierras, guadañas y podadoras, que son traídas de China y remarcadas en Colombia para venderlas a precios elevados a incautos compradores.
Investigadores de la Sijín Bogotá señalan que la fórmula antigua, pero efectiva, de evitar comprar productos falsificados es adquirir todo en almacenes de confianza. “Muchos arriesgan hasta las vidas de sus bebés por ahorrarse unos pesos”, advierte un uniformado. En lo que va del año, la Policía ha capturado a 222 personas por el delito de falsificación en Antioquia, Bogotá, Cesar, La Guajira y Nariño. El año pasado iban 266 detenciones, hasta la fecha. El delito de corrupción de alimentos, productos médicos o material profiláctico o envenenamiento, contaminación y alteración de sustancias alimenticias, bebidas alcohólicas o productos de aseo tiene penas de entre 5 y 12 años de cárcel.
Un informe de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) reveló que entre el primero de enero y el 8 de octubre de este año se incautaron en operaciones contra la falsificación en todo el país más de 7’209.346 unidades de confecciones, 578.801 pares de zapatos, 3’433.451 unidades de alimentos, 442 unidades de automotores y 5’554.522 cajetillas de cigarrillos, todo avaluado en cerca de 178.000 millones de pesos.